EL MITO
DE INKARRI
A este miedo se juntó no otro menor, que fue la profecía de su padre Huayna Cápac, que después de sus días entrarían en sus reinos gentes nunca jamás vistas ni imaginadas, que quitarían a sus hijos el imperio, trocarían su república, destruirían su idolatría.
Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales, 1609.
Martín de Murúa. Historia general del Perú, ca. 1616.
Los mitos, narraciones y canciones sobre el fin del mundo prehispánico explicaron el cambio que vivieron estas sociedades con la llegada europea. También acompañaron distintos momentos de rebelión y resistencia indígenas. En la Colonia, el movimiento denominado Taki Onqoy o “enfermedad del canto” buscaba el retorno de la adoración a las huacas.
En el siglo XX, en el marco de luchas y reivindicaciones sociales, el mito de Inkarri vuelve a tomar fuerza. En él se evoca el regreso del Inca Rey. Algunas versiones fueron recopiladas por Arguedas y por Óscar Núñez del Prado en la década de 1950.
El Inka, cuando los españas querían matarlo, había dicho:
-No me maten.
Y les hacía dar choclos de oro a sus caballos.
-Así les vamos a dar oro, pero no nos maten.
Bueno, ambicionando totalmente los españas habían matado a nuestro Inka. Los Inkas, no conocían papel, escritura; cuando el taytacha quería darles papel, ellos rechazaron porque se enviaban noticias no en papeles sino en hilos de vicuña; para malas noticias eran hilos negros; para buenas noticias eran hilos blancos. Estos hilos eran como libros, pero los españas no querían que existiesen y le habían dado al Inka un papel:
-Este papel habla-, diciendo.
-¿Dónde está que habla? Sonseras; quieren engañarme.
Y había botado el papel al suelo. El Inka no entendía de papeles.
¨¿Y cómo el papel iba a hablar si no sabía leer? Así se hizo matar nuestro Inka. Desde esa vez ha desaparecido Inkarrey. Los Inkas Huayna Cápac, Inka Roca, eran sus tíos y el Inka Rumichaka era su hermano. A todos ellos habían matado los españas.
Pero ahora yo digo:
-¿Qué‚ dirían los españas, cuando vuelva nuestro Inka? Así había sido la vida.
Gregorio Condori, Autobiografía. Recopilación y traducción de Ricardo Valderrama Fernández y Carmen Escalante Gutiérrez, 1976. Fotografía de Félix Nishiyama.
…que las dichas huacas ya no se incorporaban en piedras ni en árboles ni en fuentes como en tiempo del Inca, sino que se metían en los cuerpos de los indios y los hacían hablar. Y de allí tomaron a temblar diciendo que tenían huacas en el cuerpo, y a muchos de ellos los tomaban, y pintaban los rostros con color colorada y los ponían en unos cercados y allí iban los indios a los adorar por tal huaca e ídolo que decía que se le había metido en el cuerpo.